Por Victor Sújov Contando de la vida en Rusia "pondría muchísimas cosas positivas", dice Jana Pérez, una psicóloga que recién regresó a Barcelona, España, tras pasar viviendo en la capital rusa más de seis años. Fue una aventura "Fui a Rusia en noviembre de 2013 y estuve viviendo en Moscú hasta septiembre de 2019, o sea más de seis años", cuenta Jana sobre su traslado a este país donde su esposo fue contratado como periodista por la agencia y radio Sputnik. "Fue una aventura, no nos pensábamos nunca ir de España, y Rusia era como… algo raro, no es un destino habitual", recuerda la española y añade que cuando llegó a Moscú "fue un shock porque, primero, hacía mucho frío, realmente hacía un frío que yo no había sentido nunca". Además, "no conocía el idioma con lo cual era muy difícil comunicarme y sí que lo encontraba todo muy diferente", comenta Jana sus primera impresiones tras su traslado a la capital rusa. Reconoce que a comienzos de su experiencia rusa era "muy difícil" acostumbrarse a esas nuevas condiciones, más aun que su marido pasaba mucho tiempo en el trabajo. Evolución de Moscú Pero poco a poco Jana se acomodó a la vida en Moscú que, según observa, "ha cambiado muchísimo en esos seis años". Ha cambiado "para bien", afirma y explica que cuando llegó "había pocos sitios donde se podía pagar con tarjeta", tampoco era fácil cambiar los euros por rublos, "y ahora pagas con el móvil en cualquier lado". En este sentido Moscú "está muchísimo más evolucionado que Europa", sostiene. También ha notado que en esos seis años ha crecido el número de las personas que hablan un idioma extranjero, el inglés, en concreto. "Los rusos aprenden muy rápido", asegura al precisar que "no importa de qué se trata: si se ponen a hacer algo, lo hacen rápido, rápidamente lo aprenden, rápidamente lo aplican y lo incorporan". "Yo he sentido en esos seis años una evolución de Moscú muy grande y muy rápida", resume. La comida rusa "La comida rusa está buenísima, está muy rica, todo lo que probé me gustó desde el principio", cuenta Jana y precisa que lo primero que probó fue un borsch, porque "es lo más famoso". Es una sopa "hecha de remolacha, roja, roja" y "es curioso porque a mí la remolacha no me gusta, nunca me gustó en mi vida, y me empezó a gustar por la sopa borsch", explica. Asimismo, según cuenta, le empezaron a gustar los pepinos rusos, pepinos que "en España no hay, porque aquí son grandes, tienen menos agua, son más feos de sabor", y "en cambio, en Rusia los pepinos son riquísimos, sobre todo los chiquititos". Hay varios productos que "me empezaron a gustar después de haberlos probado en Rusia", indica. Además, a Jana le encanta que en la comida rusa se utilizan muchas hierbas "muy ricas y muy jugosas" en comparación con las que se venden en España que "aparte de que son carísimas, son muy secas y no tan buenas como allí". "Las sopas, casi todas están buenísimas, muy ricas de sabor. Luego me gustan los syrniki, pastelitos de requesón, riquísimos con las mermeladas que hay allí, muy buenas y ricas de sabor". "La verdad es que la gastronomía rusa en general está muy rica, tiene muy buen sabor", afirma. Además, "hay una cosa que me parece curiosa: en casi todos los sitios donde vas a comer allí, se prepara la comida con bastante buen gusto, te la sirven en un plato y se ve bonito, gustoso, apetitoso", confiesa Jana y añade que "no te ponen la comida así, de cualquier manera, de forma cutre, no, eso se cuida mucho en general, casi en cualquier sitio que te vayas". Mi hija me mostró Moscú "Yo me quedé embarazada allí (en Moscú) y estuve todo el embarazo allí. Me vine a España cuando me faltaba poco para tenerla. La tuve y al cabo de unos meses nos fuimos para allá", cuenta Jana sobre una etapa nueva en su vida. "Cuando me fui a Moscú con la niña tenía mucho miedo" porque no sabía si llegada a superar todos los problemas que supone estar en el extranjero con una niña de pocos ...